En memoria de don Piringo y doña Luisa, seguimos honrando el legado de servir con amor y con sabor

¡Cómo olvidarlo a Don PIRINGO!

Cómo olvidarlo a Don PIRINGO

Primero porque con Doña Luisa trajeron al mundo al tipo más bueno de la historia, Miguelo, arquero y locutor, amigo y hermano.

Don PIRINGO fundó el Parador que lleva su seudónimo en San Ignacio. Ese sitio que nunca cierra, ni en viernes Santo, y cuyas empanadas son imposibles de evitar así fueras a Pilar o vinieras de allí, o fueras a Encarnación o vinieras de allí.

Piringo y Luisa

Las empanadas de PIRINGO tienen una cosa alquímica porque regenera de inmediato los tejidos del ánimo y hace neurotransmisión sináptica con la intención de arrancar con el terere así fuera medianoche.

Don PIRINGO era un personaje impresionante, era dueño de una verba importante, que podía pasar de la exaltación de un bello atardecer a la puteada más potente sin cambiar de página.

Bastaba acodarse a su larguísimo mostrador donde despachaba empanadas en cantidades industriales por cada bus que llegaba (aparte de su amplio menú) para pasar un momento divertido siempre.

Una vez llegó una delegación de 20 orientales a devorar sus empanadas con una intensidad pocas veces vista, mientras cobraba a mil por hora, PIRINGO me dirige la mirada y exclama a voz de cuello:

– Eipea que nde po upegui porque houta ndehegui koaa coreano…

(retira tu mano del mostrador porque te lo van a comer estos coreanos)

Los domingos supervisaba personalmente los aprestos de sus hijos Miguel, Gustavo y Omar que militaban en diferentes clubes de primera división de San Ignacio. A las 10 ya se escuchaba su vozarrón desde la caja con su clásico:

– ya lustraron los botines de “las criaturas”?!

En ese bar emblemático de San Ignacio administró las más diversas trifulcas, los momentos más sublimes, los abrazos de reencuentro, los secretos y las conspiraciones políticas más diversas.

Lo único que jamás cambio fue la fórmula de las empanadas diseñada por Doña Luisa. Carne amansada en el hervor, vuelta a despertar con condimento intenso y oportunamente envuelta en su overol del trigo.

Por Augusto Dos Santos. en memoria de mis suegros! Pirringo y Luisa


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